Fui al Melico Salazar hace un rato, al homenaje a Osvaldo, al gran Sauma. Creí que era un evento dedicado a él, como se lo merece, y fui para acompañar y aplaudirlo desde la butaca y abrazarlo después. Sí se le reconoció su lugar en la historia de la poesía nacional pero como parte de una producción mayor por el Día de la Poesía, concepto ya en sí deprimente pero agravado por la presencia del ministro de cultura (puesto al que lo rebajaron después de ser ministro de comunicación) en el escenario recibiendo aplausos y repartiendo diplomas o así a vates varios. Diosssanto. En fin, por Sauma todo. Fui, lo celebré, lo abracé y en el intermedio huí (sentí la amenaza de los instrumentos musicales colocados en el proscenio).
Bien por Osvaldo, se veía feliz y para mí eso ya borra lo demás. Ahora, espero que haya recibido un depósito o Sinpe también.
En fin.
Te vas ya a San Francisco. Volvé pronto, my dearest.