visitas

Por fin me siento a contestarte, tuve una semana apurada en el trabajo, sumale la llegada de un miembro nuevo de la familia de Mariajo y el viernes, celebrando su visita anual a CR, una salida con Marco, Clea y la convocatoria nutrida de rigor. De la noche larga y jubilosa del viernes apenas hoy domingo empecé a recuperarme, me depositaron en el apartamento a eso de las 3 am, cosa que no sucedía desde hace mil años. No se puede decir que dormí, fue una mezcla de pesadillas, apnea, pie fuera de la cama haciendo ancla en el suelo y carreras meteóricas al baño. El sábado pasadito el mediodía pude abrir los ojos con la ayuda de índice y pulgar de cada mano, la cabeza palpitaba por dentro como una bomba de tiempo. Un infierno. Pero el tiempo alivia todo y unas horas después, todavía damnificado pero con signos vitales estables, traté de rearmar mentalmente  el recorrido cronológico de la salida. La primera parte, completa. Ya del segundo lugar al que fuimos, solo fragmentos sueltos, flashazos rizomáticos digamos en clave deleuze-guattariana. En mi defensa, no fue el remate lógico por exceso de consumo si no por efecto cruzado de unas pocas cervezas (bueno, y unos shots de Cacique) con la medicación.

Hablando de medicinas, agarraste una tos pitbull, eso fue hace ya varias semanas y no te soltado aún en San Francisco. Espero que mejorés.

El último párrafo de tu carta, lo que contás ahí de ir abanonando la casa a su suerte de forma gradual, es un gran ejemplo de “bueno para la escritura, no tanto para la vida”. Ya sabés que es una de mis taras, todo lo paso por ese filtro (el de sirve-para-escribir-esto-que-vi-o-escuché) y me parece genial como texto, así tal cual y sus posibilidades también. Ahora, ¡a mi edad no me pongan a dormir en el suelo cuando los visite!