Cuando me fui, no me alejé. Le pido prestado a Fito para disculparme por la desaparición súbita. Lo de disculparme va por cuenta propia -la crianza religiosa se ríe del ateísmo-, sé que ninguna la necesita. Un minuto estaba distraído, un minuto después manoteaba a lo loco arrastrado por la marejada de fechas límite de índole diversa (laborales, familiares y municipales), decisiones inaplazables y efectos secundarios del clorhidrato de bupropión. No ayudó el calor pegajoso de las últimas semanas.
Puse en fila la peli recomendada por Lena y hace un par de horas terminé de leer los bocetos de textos para el próximo libro de Pau (como esperaba de ella, bocetos con tablas y y diseño impecable). Estoy al día, digamos.
Ayer, como profesor invitado, acompañé a exalumnos en el acto de graduación. Es decir, entrega de títulos, juramentación, fotos con colegas, padres/madres aliviados del yunque pecuniario, nudos de corbata vergonzosos, el clásico saxofonista semicalvo consciente de su invisibilidad en la recepción de clausura. Me desvié, lo que quería contarles es que me tocó acompañar a Noe, hija de amigos que creció con mis hijas. Ella y ellos parte de nuestra familia molecular, por nuestra me refiero a ustedes dos. Y en mi cabeza repetía el comentario de roco pega, “pero si yo te cambié pañales”. Y lloré cuando salíamos en parte por la alegría de ver a Noe en este momento de su vida, por haber tenido la suerte de ser su profesor, pero también por no poder escapar del himno-de-las-universidades (WTF!!!) que cerraba la ceremonia.
En unas lecturas laterales que, ahora sí, estoy ordenando y clasificando para llevarme a la REM, vi esto: para Schopenhauer la vida es un malestar continuo y criminal. Me reí con ruido al leerlo. No desde la condescendencia, o tal vez sí. Qué solemnidad, qué lloradera. Y pensé en ese meme que circula desde hace tiempo con la madre de Foucault, o no recuerdo quién, escuchando una frase sobre la farsa de la educación y contestando, sí, pero igual hoy vas a la escuela.
Con su permiso, me retiro a ver el partido del glorioso CSH.