Amigas, siempre leo sus cartas varias veces. La primera vez para sumergirme en la novedad, en el pacto de toda lectura o conversación, esa en la que alguien cuenta algo que otra persona quiere escuchar. La segunda, a veces tercera, para tratar de convertir la voz interior de la lectura en la de ustedes, imaginarlas y escucharlas en sus lugares, rodeadas de cosas que conozco o que me invento. A esta altura, con ustedes puedo acercarme a eso y me parece un lujo, no es para nada fácil recordar y reproducir mentalmente el sonido de la voz de otras personas.
Putearse para no sentirse triste, maña de los hombres que acaba de adoptar circunstancialmente Lena, es la clásica huida-hacia-adelante. Por supuesto la conozco y he recurrido a ella miles de veces. La verdad es que con frecuencia es una alternativa eficaz.
Ya faltan pocos días para el cierre de esta residencia en Buenos Aires, el domingo regreso a San José. Han sido cinco semanas intensas en muchos sentidos, hay vínculos fuertes, historia interrumpida o fragmentada, no sé, una licuadora emotiva ha sido. Ando como cable expuesto, susceptible, cambia de dirección el viento y me descoloco.
Me alegra saber que pronto nos vamos a ver en tiempo-real.