Les escribo mientras termino de tomar la taza de café de un desayuno tardío de domingo.
Desde que leí la última carta de Lena, imagino que la abrazo, pero no un abrazo cualquiera. La quiero levantar del piso, tomarle las piernas y cargarla para que nos acurruquemos hasta nuevo aviso. O para decirle: “tranqui Lena, esto era como Truman Show” y luego tararearle una canción que no sé cuál podría ser aun. Es cierto que aparentemente vivimos estas realidades contradictorias en las que todo parece indicar que nos fuimos a la mierda y al mismo tiempo hay que lavar ropa, platos, pagar recibos, sacar el compost, cortarse las uñas. Pero, en el medio de esto, también se puede llamar a la gente que uno quiere, verla, tomarse algo, quedar para después, mandarse mensajes, escribir estas cartas.
No quiero abandonar el sentimiento de Lena sin mencionar que recordé una serie animada que precisamente ella me recomendó ver el año pasado. Se llama Carol & The End of The World, hay mucha belleza en esa versión del fin del mundo si queremos ver la belleza no como una excepción o como algo extraordinario, sino más bien como lo que realmente importa, que en mi simple opinión de terrícola, es bastante poco.
Esta semana de vacación estuvo muy bien. Sí descansé mucho, logré leer All Fours de Miranda July y puedo decir que me la devoré con mucho gusto. También me da la fuerza para dejar por escrito acá que ser una mujer menopáusica no está mal. Lo que estuvo “mal”, para mí, fue no haber sabido casi nada al respecto y de repente nada más entrar en la perimenopausia y haber sido abatida por el tsunami biológico y emocional que es intrínseco de semejante cambio hormonal. Y creo que por eso la adolescencia ha estado tan presente, porque son dos procesos parecidos en ese sentido. Con la diferencia de que para la adolescencia mi mamá me compró libros que me explicaban los cambios que venían, incluso apareció la “Enciclopedia de Sexo” en la biblioteca de la casa. Me vino la regla y fue una noticia familiar.
Pero para la perimenopausia nada. Mi educación sexual ahora la veo reducida a cómo no quedar embarazada y eso lo aprendí a cabalidad. Solo puedo decir que ese tránsito, ahora que ya lo pasé, fue transformador y me siento lista para lo que viene, hasta llena de vitalidad aunque sea el fin del mundo.
El cronómetro de Apalabrados indica que en 5:55:22 termina la competencia. Esta semana he tenido entre 10 y 12 jugadas simultáneas y he logrado mantenerme en la zona de ascenso para pasar de “Aprendiz III” a “Avanzado I”. No sé si lograré mantener este ritmo fuera de vacaciones, tampoco sé si algún día alcanzaré a Mau en “Avanzados II” o hacia donde sea que él vaya subiendo. Por el momento, seguiré mi domingo. En mi cabeza, mantendré la imagen de acurrucarme con Lena, también con Chaves la verdad. Y les empezaré a tararear a Franco de Vita, imaginen que les canto: claro que sé perder…