Salió el mejor tipo de sol, el que viene con el abanico de vientos alisios. Sol y ráfagas frías, no se puede pedir más (por el momento). Lena, ¿cuándo venís? y ¿seguiremos esto cuando estés aquí?
Anoche terminé un texto sobre nada en concreto pero que disfruté escribir, sale pronto en Samoa. También le clavé cerca de ocho cuartillas a una parte de la novela que retomé cuando le dimos play a este intercambio. Caí rendido a las 3 am y dormí sin pesadillas.
LaMenor bailó el sábado en la presentación anual de su academia. Tuvo cuatro funciones, fuimos a la vespertina. Sabés que para ella nunca fue pasatiempo, entró a la danza un poco pateando puertas. Viéndola en el escenario seguida por las luces, aprendiendo a domar el espacio, independiente, entregada en músculos, tejidos, tendones, osamenta, vísceras, aurículas y ventrículos del corazón recordé aquel poema canónico de Gianuzzi que ahora vine a buscar:
Mi hija se viste y sale
El perfume nocturno instala su cuerpo
en una segunda perfección de lo natural.
Por la gracia de su vida
la noche comienza y el cuarto iluminado
es una palpitación de joven felino.
Ahora se pone el vestido
con una fe que no puedo imaginar
y un susurro de seda la recorre hasta los pies.
Entonces gira
sobre el eje del espejo, sometida
a la contemplación de un presente absoluto.
El instante se desplaza hacia otro,
un dulce desorden se inmoviliza en torno
hasta que un chasquido de pulseras al cerrarse
anuncia que todas mis opciones están resueltas.
Ella sale del cuarto, ingresa
a una víspera de música incesante
y todo lo que yo no soy la acompaña.