Creo que ese tipo de boas que se hacen tan grandes no son del monte, si no que son mascotas que se escaparon o alguien abandonó a la intemperie, ya harto de estarle consiguiendo ratones frescos cada semana. Me imagino a esta gigante feliz, comiendo ratas de campo, nidos enteros, zarigueyas, para no mencionar a pérdidas más lamentables. Yo tengo la peor de las combinaciones para vivir en la jungla: no le tengo miedo a las culebras, pero no tengo idea de cómo distinguir si son peligrosas.
Llegaron mis papás al país y hoy ya soy hija otra vez, visitando, haciendo desayuno, escuchando sobre las aventuras, sobre cómo han cambiado sus ideas y sus perspectivas como lo hacen con cada viaje. Como los admiro a esos dos, cómo me hacen falta todos los días. Odio tener que irme una vez, y otra, y otra.
Una cosa absurda lleva a la otra. No hay internet en la oficina de correos, tengo que ir a buscar un cajero automático porque no se puede pagar con tarjeta. Comienza a llover pero no lo suficiente para sacar la sombrilla. El chofer del bus me odia cuando le pago con un billete de cinco mil. Para evitar la sensación de que no estoy haciendo nada me pongo a leer, obsesivamente, un libro después de otro (claramente necesito leer tu ensayo: yo leo como para que no me castiguen los dioses). Dibujo un gato que me sale con cara de persona, como esos gatos de los libros medievales. Se lo mando a mi hermana, quien concuerda. Los bananos que compré demasiado verdes están ahora demasiado maduros.
El año pasado me leí La Montaña Mágica porque era el centenario, y además tenía un recuerdo vago de haberlo leído en la juventud. En esta nueva lectura descubrí precisamente que el protagonista es muy joven, posiblemente como yo cuando lo leí por primera vez, y que los viejos de la historia son de la edad que tengo ahora. Me llené de felicidad cuando salió por fin la traducción de El Empusium, de la increíble Olga Tokarczuk, y esta semana lo leí. Ella misma dice que la Montaña Mágica hay que leerlo a diferentes edades, y esta este libro es su homenaje y su compañía a la obra de Mann. Tiene muchos paralelos en la historia y en el estilo, y se convierte en un misterio medio realista mágico, que termina siendo una espectacular crítica feminista. Un proyecto de esos monumentales que uno solo puede aspirar a ver de lejos.