genia

Lena, tu carta de hace dos días es una maravilla. Toda. Y, permitime decir esto, el primer párrafo es literatura, no en el sentido ya vaciado de la palabra, pienso más bien en el de que la literatura no está donde se cree que debe estar. Voy a tratar de explicarme otra vez, el primer párrafo desafía, provoca, desorienta, eso que ciertas palabras elegidas y organizadas de una forma logran desencadenar. Razonamiento e inferencias impecables y, lo mejor, una conclusión subversiva. Con la primera lectura pensé en la distancia elegante y engañosa pariente del deadpan, pero trileí (neologismo copyleft de triple w podría ser peor) y creo más bien que llegaste a una forma de nirvana, satori, Wú, como querás llamarlo, a contramano de los hippies, del mindfulness, etc.. En esta época de dictadura blandilocuente de sigue-tus-sueños y así, tu carta anterior es digna de celebración.

Genia.

Y bueno, es obvio que nuevamente me extendí, empleado a fondo en palabreo, porque tengo muchas cosas urgentes que hacer. Que tampoco voy a enfrentar cuando termine esta carta porque tengo todavía que descifrar cómo funciona el puto control remoto universal que compramos ayer cuando fuimos al Barrio Chino. Lo primero es lo primero.

Al terreno baldío que da a la ventana de mi cuarto (terreno cerrado por muros propiedad de mis caseras) llegó ayer un gato famélico que acechaba a unas lagartijas. Estaba quieto, modo estatua, y no se dio cuenta de que yo lo veía desde mi cuarto. De pelaje gris todo, excepto las partes de patas traseras y lomo con piel expuesta (¿sarna?). Me moví apenas, sintió el movimiento, volteó solo la cabeza, me vio a los ojos (los suyos amarillos) y regresó a vigilar a las lagartijas del muro. Mi primera intención fue traerle algo de comer y tirárselo por la el espacio estrecho de la ventana (es de las abatibles de ultraseguridad anti suicidas y niños -o anti niños suicidas- que tienen los edificios altos si bien estoy en planta baja, una ridiculez). Luego pensé que esa ventana queda abierta siempre y que paso muchas horas fuera del aparta y que si le daba de comer iba a encontrármelo una noche acurrucado sobre las almohadas (sarna, no olvidemos). Así que no intervine en su destino ni en el de las lagartijas.