esfuerzo

Esta mañana me puse a oír Orbital. Esa música de los 90 me recuerda cuando las computadoras eran máquinas raritas para gente rarita, y tanto que nos divertíamos. Ahora son amenazas existenciales para todos los seres humanos del planeta. Qué mal lo hicimos todo. Me arrepiento de haber participado con tanta gana en la destrucción del mundo. Ahora por hija de puta me toca trabajar para mitigar los daños.

El psicólogo me recuerda que acabo de pasar de mi estado favorito (el mutismo selectivo) a tratar de comunicarme con otras personas por ocho horas al día, y tengo que estar exhausta. Lo estoy. No estoy acostumbrada a pensar tanto en mis niveles de esfuerzo. Ni que estuviera llenando sacos de 50 kilos de azúcar, como mi bisabuela. De todos modos, a dormir a las 7pm.

Por ahí del 2018 fue la última vez que pintamos la casa por dentro. Después de eso quedaron los cuadros todos en el suelo, apilados por ahí. Nunca los volvimos a colgar, excepto uno o dos que nos hacían falta. El año pasado se nos rompió la pantalla de una lámpara y en vez de buscar otra la dejamos así, a bombillo pelado. Por ahí del 2019 movimos nuestro sillón al piso de abajo temporalmente y ahí se quedó. Ahora no tengo sillón. Mi casa está medio abandonada y a veces la gente quiere venir a visitarme y la verdad me da pena, porque no hay dónde sentarse y mis platos se han ido quebrando sin ser reemplazados. Tengo que arreglar esto Luis.