Buenísimo, venís en enero. Y buenísimo también la respuesta que esperaba: no interrumpir el intercambio de cartas aunque estés en suelo (el corrector sugirió duelo) tico. Ya te dije: además de cápsulas de felicidad instantánea, las cartas se han convertido en tabla de flotación.
Hoy es el aniversario de Mayra, el octavo. En la pared detrás de la compu tengo una foto donde sonríe como si riera a pierna suelta. Entregada totalmente al sentimiento que no fue su fuerte en vida. La foto la tomó Esteban Chinchilla, muchos años después le conté lo que había capturado esa noche (también lo conté acá). En fin, permitime mandarle un abrazo donde quiera que esté. Es decir, aquí.
Quiso la fatalidad (en sentido tragedia-griega) que sea la fecha de otra despedida.
Te actualizo sobre los mapaches. Los veo pasar sin falta cuando salgo a fumar tarde, tipo medianoche, al parque. Con los días, se fueron habituando a verme ahí quieto en una banca debajo del farol (esto no es Suecia, afuera a esas horas evito estar en la sombras). Cruzan en fila con lo que parece un rumbo fijo determinado antes de subir desde la ribera del Ocloro. Nunca se desvían por mi presencia, casi que pasan encima de mis pies más bien. Últimamente hay dos, los del final del grupo, que se detienen muy cerca de donde me siento a fumar. Se quedan ahí un minuto, no creo que sea más, me ven, parece que esperan algo. Como si tuvieran un par de preguntas. Luego se van.
beso