El otro día le mandé un texto a Luis Chaves para que me lo leyera, porque nuestra larga amistad no tiene fecha exacta, pero tiene como veinte años de textos que viajan de un lado para el otro. Empezamos a leernos mutuamente en una época donde existían los blogs, y cada uno podía poner un sitio facilito en algún lugar de Internet y así nada más, hacerse un espacio para publicar sus cosas. Eso desapareció por un montón de razones odiosas. Y ahora tanto él y yo nos encontramos en la cúspide de la mediana edad, mandándonos textos por correo que en otras épocas y entre escritores muy serios habrían sido cartas, correspondencia, una práctica epistolar. Pero nosotros no somos tan serios, y cada vez tenemos menos verguenza, así que aquí vamos a poner las cosas que nos escribimos el uno al otro con cariño y complicidad.
Hay algo exhibicionista en escribirse en público, pero les quiero asegurar que también tenemos correspondencia privada, llena de material apenas apto para la extorsión y la destrucción mutua asegurada. No se preocupen.