apartamento

Llego a un San José desierto, todo el mundo todavía de vacaciones. Casi no hay carros haciendo amenazando a los transeúntes en frente de mi edificio. El volcán Irazú todavía está donde estaba antes. Mis ventanas necesitan una limpieza urgente. Qué felicidad instantánea ver a mi hermana, comprar piña, oír el escándalo de los pericos, determinar que se murió mi veranera.

En el aeropuerto vi El lugar de la otra, de Maite Alberdi. Bellísima, cero pretenciosa. Qué lindo todo. La historia, los personajes, el guiño a las escritoras mayores de Chile. Hay un momento donde a todos nos da envidia la vida quieta de la escritora loca: un apartamento con plantas y libros, solo para ella. Me encantaría que alguien viviera mi vida mientras no estoy. Quizás no se me hubiera muerto la veranera.

El papel kraft que se usa para envolver el pan ha resultado ser mi papel favorito para hacer dibujitos. En la tienda de implementos artísticos cuesta 700 colones un metro. En la panadería del barrio es gratis, y viene con pan adentro.

Eso sí, este verano es una estafa. Yo venía con la ilusión de que el sol me evaporara un poco de la depresión estacional, pero aquí la cosa está peor. Nubes, neblina, lluvia, doble cobija en las noches. El pasaje de temporada alta cuesta igual de caro. Dice mi vecina que las condiciones están por mejorar, exactamente el día en que me voy.

Ya casi nos vemos. Qué emoción.