a secas

Ahora si está lloviendo. Se llama un río atmosférico, o un ciclón bomba. Ese último nombre me gusta más porque siento que podría ser un cumbión o una socca, un éxito del verano en el Caribe. No llueve a aguacero cerrado como digamos en Guápiles, pero hace un frío miserable y el cielo está oscuro como si fueran siempre las seis de la tarde.

Salgo de la casa en botas de montañista y un abrigo demasiado grande pero calientito e impermeable. Ya no me interesa la elegancia del abrigo de lana de corte moderno, las botas de tacón a la rodilla, la sombrilla de diseño bonito. Es demasiado tarde para todo eso, ahora quiero estar seca. Las metas se van simplificando.

Pensé un poco en eso que me escribiste de los caminos que se bifurcan. Yo casi siempre trato de pensar que del otro lado me esperaba algo peor. Es una infantilidad tan absurda como lo contrario, pero a mi me gusta pensar en todo lo malo que me pudo pasar y no me pasó, por pura suerte y cuando me siento canchera, por mi increíble visioń de futuro. Por ejemplo no soy ultra-millonaria para no perder la credibilidad de izquierda. Solamente.

El perro está en posición de rollo de canela en la cama. Voy a unirme.