La semana pasada fui a ver A Normal Family, una peli del director coreano Hur Jin-ho. Me gustó mucho porque la historia es buena, y las actuaciones son buenas, y es una película muy coreana llena de esas pequeñas señales culturales que aún en el escenario ultramoderno de la vida urbana importan: por qué somos como somos en la red miniatura que formamos con la familia. Un montón de preguntas éticas constantemente tiradas los unos a los otros. Es una interpretación muy particular del libro “The Dinner”, de Norman Koch, que también es un librazo.
Hoy tengo el día libre y estaba pensando en llevarme el perro y el cuaderno a un parque o a una playa, a pasar el día exponiéndonos al sol. De repente me doy cuenta de que llevo meses, quizás más de un año sin manejar un carro. Me da un poco de miedo, para decirles la verdad. Todas esas habilidades que la gente dice que son indelebles a mí se me borran de la cabeza y del cuerpo. Incluyendo la más usada como ejemplo: “es como andar en bicicleta”. Correcto: cada vez que me monto a una bicicleta es como la primera vez.
Hablando de librazos, me estoy agarrando con “America, América”, que es una historia paralela y contrapuesta de los Estados Unidos y América Latina. El libro está muy bueno y escrito de forma entretenida, así que no le tengo miedo, pero es un montón de tiempo. En estos tiempos un proyecto de muchos meses para “terminar un libro” significa para leerlo, no para escribirlo.
Viendo a ratos por la ventana de la cocina leo la entrevista que JotDown le hace a Chaves. Qué buen sos. Qué insoportable, me destruye una mezcla indigerible de amor y de envidia. Me alegro que otros estén por leer tus libros, que los lleven todavía en sus bolsas de papel como una sorpresa. No saben lo que les espera.