un salto de fe

Hoy tuve evaluaciones colegiadas de 9 am a 5 pm, una jornada laboral dirán, y yo responderé que no es lo mío. Más que evaluaciones fue presentación de propuestas de trabajo finales de estudiantes de último año (cine), así que al menos fue una jornada laboral agradable. Todo el tiempo pensaba, como ya lo conté en la carta anterior, “pero si estos acaban de entrar a la carrera y ya se van a graduar”. 

Tema que se encadena con esto otro: el domingo cumplió 15 años LaMenor. Paula sale en una foto con la cumpleañera, como lo habría hecho Lena de estar por acá. Quince años, colegas. Ni siquiera voy a entrar ahí. En cambio les voy a contar que ya cerrando el domingo, cuando todos se habían ido, estábamos Mariajo, las chicas y yo en el cuarto de LaMayor distribuidos en escritorio, silla de escritorio y cama, y se dio una conversación que, sin cálculo ni premeditación alguna, fue levantando en algo, una categoría o modo es difícil de precisar, un atributo, sí, pero ¿cuál?  No se hablaba de nada profundo ni serio, por lo menos no en el orden de temas-de-peso, más bien de una ligereza pero como la del viento cuando pasa apurado entre ramas y hojas, o entre la ropa tendida en un patio de casa, o cuando llena e impulsa las velas de un bote. No sé cómo transmitirlo, van a tener que creerme. Les pido un salto de fe.

Así fue, un evento luminoso, íntimo, sin histrionismos. Luego me vine al apartamento.