Querida Lena, te odio. Seguí tu recomendación y vi, o traté de ver, The Girl with the Needle, de Magnus von Horn (googlié: 43 años, sueco-polaco). Abandoné a la media hora, hundido, roto, perjudicado. No dudo del calibre de la película, esos treinta minutos me lo dejaron claro. Pero tengo que aceptar que, sin darme cuenta, me ablandé quién sabe desde cuándo y la prueba fue enterrar la cabeza en la almohada y decir no más. Mariajo ni se inmutó. Hoy me decías que es la película de este sitio web porque cumple con la máxima podría ser peor. Sí rescato el gesto de von Horn, un mae que más o menos dice “tomen, Dinamarca esencial”.
Al gato homeless y famélico no lo he vuelto a ver. En cambio, se multiplicaron las lagartijas que toman sol en el muro al fondo del lote baldío. El gato la tenía cuesta arriba en este entorno urbano en el que conviene protegerse en grupo, como los mapaches. ¿El coyote de tu vecindario (bastante rural por las fotos que enviaste) deambula solo?
Para el club de lectura que coordino en el bar de Protti, estoy terminando de leer Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro, de Cookie Mueller, ícono del undergound de EEUU en los 70, de la pandilla de John Waters para más señas. Son relatos, crónicas, columnas, una colección que da un retrato de época. A esta altura, seguir mirando la cultura ombliguista gringa es menos aburrido que indigno pero el libro se eleva sobre eso gracias al estilo y agudeza de Mueller. Me gusta.