Te escribo entre reuniones, como me dijiste ayer, en medio de mi baño de realidad. De repente estoy de nuevo en una vida de esas en las que hay que levantarse temprano, salir corriendo a agarrar el bus en la lluvia, descubrir que el desayuno que (ilusamente) trajiste en la mochila se desparramó en el fondo, y al final no me lo comí. Tengo reuniones a las nueve, diez, once, doce (reunión almuerzo), una y dos de la tarde. Para qué quiere la gente verme, no sé.
En casa después de limpiar el fondo de la mochila y todos sus contenidos, desparramados en la mesa de la cocina y puestos a secar, hice 30 minutos durísimos en la bicicleta estacionaria, de esos que te hacen pensar que estás subiendo una cuesta horrible, quizás en las nubes de Coronado, y las piernas te empiezan a dar señales sutiles de que te odian. Pero bueno, solo treinta minutos. Después la bajada. El cool down. El estiramiento que es casi tan largo como el tiempo que paso en la bici, porque así es la edad. Y después de eso me baño y me como una sopa y me voy a dormir como si fuera tardísimo pero son las seis de la tarde. Antes de dormir intento leer, pero imposible. No se puede todo.
He estado hablando mucho con mi pobre psicólogo, mis pobres amigos, de la idea de los mundos pequeños. Leer las noticias y la Internet todo el día nos hace pensar que el mundo enorme está aquí no más, que podríamos hacer algo para incidir en las terribles condiciones en el Congo o en la ola de fascismo que envuelve a Europa y a América entera. Por otra parte todos vivimos en mundos pequeños, cercanos, íntimos. Aquí construimos nuestros propios vocabularios, regamos las matas, mandamos a los chicos a la escuela, horneamos empanaditas. Pensamos en las medicinas de mamá y el recibo de la internet y la ventana que no cierra bien y que algún día deberíamos arreglar. Y estos mundos pequeños, donde podemos hacer cambios radicales, son importantes también. En la intimidad también peleamos contra lo autoritario, lo machista, lo horrible. No es tan fácil tampoco crear un mundo mejor de cinco metros de diámetro. No es tan fácil.