Hace un rato vimos Chepe al atardecer desde tu balcón en piso 8, algunos edificios de condominios recientes y, abajo lejos, muchas latas de zinc de dos aguas. Ahora que me senté a escribirte pensé en los versos de un poema de Jorge Arturo (murió joven en 2010) que hablan sobre “la roja techumbre de mi patria”. Y también en uno suyo que tengo escrito aquí cerca “soy mi propia minoría”.
Qué bien me hace vernos. Analógicamente, para decirlo de algún modo. Con vos aflojo la guardia tensa del rencor y no solo me río sino que se me ocurren chistes buenos y oscuros (no hay otros, a decir verdad). Ya vas a ver cuando por fin presente my show de sit down comedy.
Había tratado estos días de relajarme pero cada titular era peor que el anterior. Ponía música o leía, nada. Digámoslo en vallejiano, ponía Sexy Motherfucker de Prince a toda chancleta (que se jodan mis vecinos “apolíticos”) y al cantar me salía espuma. Pero ya, esta tardecita veraniega me ayudó a cargar baterías.
Una mañana de estas, temprano tipo 8 am, fui al parque Montealegre, a tres cuadras de mi aparta. Fui específicamente a las canchas de básket (hay un solo aro y tablero no vandalizados, obvio). La cosa es que llegué y al toque apareció uno que me dijo “¿le damos 21, mop?”. Jugamos, me ganó tres veces, lo que nada indica porque no soy parámetro en ese deporte. En fin, en medio del juego fuimos conversando, tiene 38 años, vive frente al parque, es de Limón y se llama Tyronne (la rima va de gratis). Mi nuevo amigo.