San José me trata bien. Sale el sol de vez en cuando, hay muchos pájaros que observar con detenimiento. La comida es rica, las frutas abundantes y maduras. Camino por los alrededores de la UCR buscando un spray fijador para los dibujitos. Camino por mi barrio saludando a los guachis. Paso por los bares llenos de muchachas. En las librerías no está el libro que yo quiero pero me lo pueden traer en seis semanas. En seis semanas seremos recuerdos.
Me gustó mucho vernos, hablar largo y tendido, salir a fumar al parquecito de los mapaches. Están gorditos y lindos, se ve que comen basura de primera calidad. Me gusta que seamos amigos tan viejos, en ambos sentidos. Parte de la familia molecular. Ya no me da verguenza contarte nada, y supongo que por eso ahora les contamos a todos nuestras trivialidades aquí. Estimado lector anónimo: tomamos ginger ale en la cocina, comimos pan con frijoles, salimos a fumar al parque, hablamos de cómo uno, al final, es lo que hace.
Hablando de eso, en mi visita con el psicólogo pasamos dándole vueltas a lo mismo. Si no escribo, entonces qué soy? Pero escribir no es, evidentemente, lo que soy. Yo soy otra cosa cuando dibujo pájaros y perritos, y cuando hablo con amigos y veo películas y me tropiezo en las aceras resquebrajadas. Al rato yo ya no quiero escribir, lo que quiero es vivir.