Cross-fat

Sólo tengo planes para mi pasado, decía Ennio Flaiano (guionista de Fellini). Una de esas frases que son como balazos, como balazos buenos. Del tipo “muy pronto en la vida entendí que era demasiado tarde”, de Marguerite Duras. Además son fáciles de recordar por su brevedad. Lo mío es lo corto, tal vez solo las recuerdo por eso.

Qué maravilla lo que contás de la nieve, desde ya te robo “la mejor forma de precipitación”. Conocí la nieve a los 13 años en Maryland, pasé una temporada en una especie de falso intercambio estudiantil, buena historia que te contaré otro día. Estuve en varias casas pero para ese momento me hospedaba una pareja mayor, así la recuerdo aunque es muy probable que tuvieran, ejem ejem, nuestras edades. Recuerdo también: la casa alfombrada en su totalidad (el entorno sonoro que generaba), los sánguches de atún como cena repetida, encerrarme en la habitación cada noche acompañado por la novela Rumble Fish, de Susan Eloise Hinton (muchos años después vi la adaptación de Coppola), y la mañana que, después de asomarme por la ventana y enfundarme en capas de ropa y abrigos, salí al jardín para hacer exactamente lo mismo que contaste. Exactamente-lo-mismo. 

Seis de diciembre y ya entré con todo en el régimen estricto de cross-fat. Mañana me entregan dos litros de ponche de crema (rompope venezolano) y dos panes de jamón. Los pedí para regalar pero ya te contaré. No se me conoce por mi fuerza de voluntad. 

beso