Feliz cumple, my dearest. 

Me encanta que llegamos (hace rato, por cierto) a ese momento de la vida en el que uno le recuerda el cumpleaños a los amigos. Más bien, lo incluye sin mayor jerarquía entre los demás eventos o sucesos del día. Es como haber superado ese punto de la maratón que llaman el muro, el temido kilómetro 30 (de 42) donde queda rendido medio mundo.

Sí los vi anoche cuando salí. Atravesaron el centro del parque en diagonal, nueve o diez eran, no eran pequeños, y pasaron a menos de un metro de la banca donde yo fumaba. Cuando estuvieron cerca oí tipo chillidos leves, como si siguieran una conversación que empezaron allá saliendo de entre los arbustos. Te lo juro. Y el que lideraba a la pandilla  y yo cruzamos miradas: yo los vi venir y ellos sabían que yo estaba ahí pero pasaron sin inmutarse, no pausaron la conversación ni se desviaron medio centímetro. La actitud ni-se-te-ocurra-nada-colega-estás-en-inferioridad-numérica.

Así que quedate tranquila, estos maes son parte de la célula centroamericana, todo va según el plan. Un fantasma recorre América.

Que te mejores pronto

beso